Indicadores internacionales dejan claro que el problema está en la regulación excesiva
Quienes han visto la primera película de Los Increíbles saben que el villano principal se llama Síndrome, cuyo principal objetivo era vencer a los superhéroes para demostrarle a la humanidad que todos podían ser súper con sus artefactos. Luego los pondría a la venta pues “cuando todo el mundo sea súper, nadie lo será.”
Síndrome quería desaparecer a los superhéroes, porque se había sentido menospreciado por ellos. Quería sentirse súper pero, al no tener poderes, no lo dejaban participar de actividades peligrosas… ¿qué malvados, no? En su busca de “venganza”, no se dio cuenta que era muy especial, era un genio, sus equipos eran únicos y podía haber hecho mucho bien con sus habilidades. Sin embargo, esos sentimientos negativos hacia los súper hicieron que todo su talento se desperdicie.
En estos días, mientras se ha debatido el asunto de las maestrías, he recordado esta película, sobre todo porque a su vez recordaba las palabras de mis abuelos que decían que los trabajadores mejor pagados en sus épocas eran bachilleres, luego en el tiempo de mis padres era tener un título de tercer nivel y ahora se cree que la cumbre son los títulos de cuarto nivel.
Antes, el bachiller era el que ocupaba la base de la pirámide en las estructuras organizacionales. Hoy en día tenemos a titulados de tercer nivel en ese cargo; leo y escucho a muchos decir que sacan su título para ser taxistas o para ganar lo mismo que un operario y demás quejas en las que reflejan su inconformidad sobre cómo son valorados a pesar de tener este título.
Creo que debemos regresar a lo mencionado en mi artículo anterior que, de hecho, obedece a la frase de Síndrome: aunque algo sea muy valorado, su precio se reduce si no es escaso —como el oxígeno o el agua— Probablemente, el fenómeno mencionado en el párrafo anterior obedezca a este principio.
Por supuesto que la historia fuera muy diferente si hubiera una mayor demanda por personas con título de tercer nivel o de cuarto nivel. Esta mayor demanda aumentaría su escasez y serían mejor pagados, por lo que una inversión en cualquiera de estos programas sería económicamente más viable.
En mi artículo anterior, me centré en los problemas específicos que existen por parte de la oferta, es decir, los bloqueos causados por la hiperregulación que tienen las universidades tanto para ofertar sus programas como para su creación. Sin embargo, es importante analizar lo que sucedería si aumentara la demanda.
Un tercer nivel e incluso un cuarto nivel, sea este técnico o de investigación, tienen (o deberían tener) un alto valor, considerando las habilidades de los titulados. En el caso de los técnicos la experticia, su alta productividad y menor necesidad de capacitación deberían ser las principales causales que atraigan su capacitación; en el caso de los títulos de investigación podrían ser la capacidad de desarrollo y diseño proyectos, metodologías para el análisis de problemas y propuestas para innovación.
Sin embargo, en Ecuador, tanto la búsqueda de productividad como la búsqueda de innovación no parecen estar presentes en la agenda. Si utilizamos el PIB per cápita como referencia para analizar la productividad de la economía del país con referencia a su número de habitantes, podemos observar que en Latinoamérica en general son las economías que han demostrado ser las menos productivas en los últimos 28 años, siendo las que tienen un mejor desempeño Chile y Argentina.
Gráfico 1. Productividad
Promedio en US$ actuales del crecimiento del PIB per cápita desde 1990-2017
Fuente: Banco Mundial
Si en algún caso alguien pudiera imaginarse que esto fue diferente durante la última década, pues lo cierto es que las proporciones siguen prácticamente igual.
Gráfico 2. Innovación
Promedio en US$ actuales del crecimiento del PIB per cápita desde 2008-2017
Fuente: Banco Mundial
Ecuador solo supera a Bolivia en la productividad de su economía. El panorama regional cambia ligeramente en innovación, sin embargo, Ecuador aún supera solamente a Bolivia.
Gráfico 3. Calificación en el Índice Global de Innovación 2018
Fuente: Organización Mundial de la Propiedad Intelectual
Las instituciones son el marco bajo el cual los individuos coordinamos nuestras acciones, por lo cual la manera en la que están estructuradas es de vital importancia para conseguir determinados resultados. El índice desarrollado por la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual las toma en cuenta y ha establecido una calificación para ellas donde el Ecuador ocupa el puesto 118 de 126, una vez más solo superando a Bolivia entre nuestros países de muestra.
Gráfico 4. Calificación en el segmento de Instituciones en el Índice Global de Innovación 2018
Fuente: Organización Mundial de la Propiedad Intelectual
Este índice internacional una vez más deja claro que en Ecuador el problema más grave es la hiperregulación en la que se encuentra inmerso. En mi artículo anterior, analizamos cómo el sector de la educación se encuentra asfixiado de regulaciones, en este informe se menciona que esto no es solo un problema en este sector si no al contrario es algo que ataca a todos los sectores.
Los rubros que se toman en cuenta para desarrollar el segmento “Instituciones”, son:
Probablemente muchas personas —incluida la Asambleísta Bonilla— pueden haber subestimado la importancia de, por ejemplo, el ambiente para hacer negocios como un elemento importante para fomentar la innovación, pero sin duda para los organismos internacionales y para la teoría es más que claro que es motivo de preocupación.
Si eliminamos las regulaciones excesivas en todos los mercados no solo fomentamos la innovación, sino también nos permite atraer mayor competencia e inversión, fomentando aumento en la productividad. Si el deseo de innovación, la inversión y la productividad aumentan, las personas más y mejor capacitadas serán más valoradas por parte de los empleadores mejorando los salarios, incrementando el deseo de las Universidades de ofrecer más y mejores títulos de tercer y cuarto nivel.
Esto fomentaría, a su vez, la competencia entre Universidades que eventualmente provocaría que los precios vayan bajando sin comprometer necesariamente su calidad, porque a una empresa privada que desea aumentar su productividad e innovación de poco o nada le sirve el título si esa persona no tiene las capacidades para cumplir con las funciones. Asimismo, un estudiante incrementa el riesgo de estudiar en cualquier lugar si no adquiere las capacidades necesarias en ellas.
Hay mucho que solucionar en este país antes de pensar siquiera en aprobar más regulaciones. Esperemos que sea algo que pronto los hacedores de políticas públicas reflexionen e interioricen para poder tener un país cada vez más libre y próspero.
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