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Leonard Quinde Allieri

Los trabajadores tienen mucha razón


Mejorar la calidad institucional, disminuir impuestos y tramitologías es igual de importante

En Ecuador, el debate entre sindicalistas —trabajadores a los que me refiero en este artículo— y gremios empresariales sobre las propuestas para la reforma laboral ha sido muy intenso en las últimas semanas. Como defensor de las ideas de libertad, estoy de acuerdo con eliminar cualquier intromisión del Estado en contratos privados, incluido el estricto Código de Trabajo.

Sin embargo, lo cierto es que en la práctica el mundo no es tan simple. Los políticos hacen lo que la gente les pide —ya sea por representatividad o para mantener su popularidad— y, desafortunadamente, en la mayoría de los casos, esas ideas no están alineadas con la libertad. Además, los intereses políticos están inmersos en un entramado de privilegios y negociaciones, de los que poco conocemos fuera del ámbito político.

En cuanto al debate de las reformas laborales, he estado atento a los argumentos que utilizan cada una de las partes y considero, muy a mi pesar, que quienes están en contra de la flexibilización los han comunicado de manera más clara. Han sido más convincentes.

En las siguientes líneas, detallaré los mejores argumentos que he escuchado de lado y lado con respecto a diferentes temáticas que se verían afectadas con las reformas al Código del Trabajo.

¿Las reformas laborales fomentarán la creación de empleo?

A favor de la flexibilización: Ecuador se ubica entre los últimos cinco puestos en “Prácticas de contratación y despido” del Índice de Competitividad Global, presentado por el Foro Económico Mundial. Si mejoramos en este indicador, es posible que logremos atraer más inversión extranjera y, por ende, crear más oportunidades para acceder a un empleo adecuado.

Análisis: La rigidez del mercado laboral no es el único aspecto deficiente en el Índice de Competitividad Global. Las disposiciones en comercio exterior nos aíslan del intercambio mundial abierto y la falta de eficiencia en la aplicación de las leyes incrementa la incertidumbre sobre la economía y su estabilidad.

Tabla 1. Los cuatro pilares con peor calificación y los cuatro indicadores con peores calificaciones que los componen, del Índice de Competitividad Global.

En contra de la flexibilización: Además, los regímenes especiales para fomentar el empleo no han sido exitosos.

Análisis: En realidad, la Ley Orgánica para Promoción del Trabajo Juvenil, Cesantía y Desempleo—por ejemplo—, en vigencia desde abril de 2016, que plantea condiciones diferenciales para contratar jóvenes entre 18 a 26 años, no ha cumplido su cometido. La comparación simple entre la situación laboral juvenil dos años antes y dos años después de esta ley demuestra que el empleo adecuado en este segmento de la población no ha incrementado.

Tabla 2. Caracterización de la Población Económicamente Activa de las personas entre 18 a 26 años.

¿El Código del Trabajo afecta la productividad del trabajador?

A favor de la flexibilización: El Código del Trabajo está redactado para que sea muy complicado despedir a un trabajador y a la vez de darle la mayor cantidad de beneficios posibles. Esto genera conformismo en el ambiente laboral.

Análisis: Revisemos cuáles son los derechos de los trabajadores que dispone la ley:

  1. Afiliación a la seguridad social —por parte del empleador— desde el primer día de trabajo

  2. Pago por horas extras y suplementarias, en caso de que se labore estas horas

  3. Pago del décimo tercero y décimo cuarto sueldo en las fechas establecidas

  4. Pago del fondo de reserva a partir del segundo año de trabajo

  5. Periodo de vacaciones laborales remuneradas cada año.

  6. Licencia por paternidad

  7. Licencia por maternidad

  8. Pago del subsidio por maternidad

  9. Pago de utilidades

  10. Jubilación por los empleadores para los trabajadores que por 25 años o más hubieren prestado servicios, continuada o interrumpidamente, en una compañía

Para explicar las implicaciones de estos beneficios, podemos hacer un sencillo ejercicio matemático:

Imaginemos el caso de un empleado en una organización sin fines de lucro—por concepto, no genera utilidades—que tiene un ingreso mensual equivalente al Salario Mínimo Unificado. Este trabajador recibe, de facto, los siguientes beneficios a lo largo de un año:

  • Afiliación patronal: 11.15% de los ingresos que percibe el trabajador

  • Décimo tercer sueldo: un sueldo extra calculado a partir de lo que percibe el trabajador

  • Décimo cuarto sueldo: una remuneración adicional equivalente a un sueldo básico

  • Fondos de reserva: un sueldo extra calculado a partir de lo que percibe el trabajador

  • Vacaciones: el reemplazo del trabajador podría representar un doble gasto

Sin hacer uso de sus demás beneficios, el trabajador le representa a la empresa un gasto al menos 36% mayor al estipulado en su contrato. La pregunta consecuente es: ¿con base a qué motivo? Las respuestas, en cambio, pueden ser diversas por su naturaleza subjetiva e incluso emocional. Es decir, los beneficios laborales forman parte de una medida subjetiva impuesta por el Estado que, en definitiva, distorsiona el mercado laboral.

Según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, el promedio en ingresos mensuales de los trabajadores ecuatorianos con empleo adecuado es $524.79. Si utilizamos los mismos beneficios que en el ejemplo anterior, el promedio mensual que paga un empleador por cada trabajador supera los $700.

Sin un sustento real de su existencia, estos montos extras —impuestos a la fuerza— en los salarios no incentivan al empleado a esforzarse ni a añadir valor a su trabajo. Esto sería diferente si los incrementos salariales y demás reconocimientos responderían al cumplimiento de ciertas metas, donde los más productivos y dedicados serían los beneficiarios.

En contra de la flexibilización: Según las estimaciones de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el producto interno bruto (PIB) por trabajador en términos constantes del dólar estadounidense de 2010, ha mantenido una leve tendencia al alza, sin mayores cambios con respecto a las reformas laborales realizadas durante los últimos 20 años.

Análisis: En efecto, como se observa en el siguiente gráfico, la productividad no ha estado estrechamente relacionada con las políticas laborales del momento. El análisis debe ser más extenso, puesto que la productividad es un indicador multicausal y hay más variables actuando sobre ella, como el nivel de capacitación de los trabajadores, la tecnología disponible, el ambiente laboral y apertura a la innovación dentro y fuera de las empresas.

Si podríamos atraer mayor capital e inversión, las empresas y productores podrían acceder a mejor tecnología y personal. Por lo tanto, una vez más, la apertura a la inversión extranjera —lo cual requiere menos regulaciones en el entorno empresarial y mayor libertad en el sistema financiero— incrementaría la productividad y la competitividad en el país. Esto, a su vez, dinamizaría la economía y generaría más oportunidades de empleo.

Gráfico 1. Producto Interno Bruto por trabajador (PIB constante en USD de 2010) - Estimaciones modeladas por la OIT

¿Y entonces…?

Desde mi punto de vista y acorde a los datos, me parece que una mejor postura sería la de promover este tipo de medidas para el 34% de personas que se encuentran en Otro Empleo no Pleno y en Empleo no Renumerado que representan a más de un millón y medio de la población económicamente activa. Un régimen especial para personas sin Empleo Adecuado es la solución más sensata, real y necesaria —al menos como primer paso—, por mucho que no les guste a los sindicalistas.

Para una mayor cantidad de Empleos Adecuados debemos atraer nuevas y más inversiones que hagan que el trabajador comience a ser un recurso más escaso. Y, la flexibilización no ha demostrado ser suficiente incentivo.

Debemos seguir trabajando en la calidad institucional y en la disminución de impuestos y tramitologías, pues incluso los sindicalistas están de acuerdo con esto último —algo que me sorprendió y me hizo reflexionar que quizá los liberales debamos retirar la lucha por la flexibilización laboral en el corto plazo y enfocarnos en aspectos más amplios de nuestra agenda. Después de todo, —teniendo tanto en qué mejorar— esta medida me parece una forma más del Gobierno para dejar de hacer su trabajo y seguirle lanzando el peso de un Estado ineficiente a los ciudadanos.

Creo que los trabajadores tienen razón, pero no toda la razón. La reforma laboral es necesaria, pero no es suficiente para conseguir una mayor cantidad de empleos adecuados. Debemos seguir esperando el resultado final de las propuestas, tanto del Gobierno como de la sociedad civil, con la expectativa de que el resultado final nos permita seguir avanzando con paso firme hacia un mundo más libre y próspero.

Imagen: Canva

Tablas y gráficos: elaborados por autor

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