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El turismo ecuatoriano atrae al populismo


El ámbito del turismo, al igual que con el gobierno anterior, se posiciona como campo de acción con la nueva administración.

El reciente programa “Turismo para todos” pretende alcanzar el nivel de un turista por cada habitante y generar turismo inclusivo y accesible. La iniciativa parece encantadora a simple vista, pero no es más que otra política pública poco eficiente que busca elevar la aceptación del oficialismo en lugar de abordar el asunto de manera adecuada.

No es la primera vez que Lenin Moreno adopta el enfoque inclusivo hacia personas con discapacidad en su actividad política. De hecho, la misión que llevó a cabo como vicepresidente, conocida como Manuela Espejo, fue una de las razones que le catapultó hacia la presidencia. Cabe recalcar que se trató de un programa asistencialista, del que poco sabemos lo que sucedió detrás de cámaras y rendiciones de cuentas.

En realidad, para muchas personas sería casi impensable que Moreno no promueva avances político-sociales a favor de las personas con discapacidad. Para mí también lo es. Para mí es impensable que cualquier gobernante no promueva avances sociales a favor de los ciudadanos, por igual. No obstante, me resulta inaceptable aprovechar del poder político para generar mayor discriminación social y menor igualdad ante la ley creando programas financiados con los recursos de todos los ecuatorianos.

La campaña “Turismo para todos” es una más de las millonarias iniciativas llevadas a cabo desde el 2013. Una de ellas consistió en pautar un impresionante video de paisajes ecuatorianos para el Super Bowl del 2015, siendo la primera marca país publicitada en el evento deportivo más visto del mundo.

El turismo ha incrementado cerca de 15 por ciento cada año a partir del 2013, en comparación al aumento promedio de 8 por ciento de los años previos. El resultado es justo, tomando en cuenta que los ecuatorianos contribuimos con más de 600 millones de dólares anuales para este fin. Sin embargo, queda mucho por mejorar y varias cuestiones que solucionar desde la raíz.

La seguridad y facilidad para crear negocios son algunos de los aspectos que han pasado desapercibidos. Sí, claro que tienen relación con incentivar el turismo inclusivo y accesible. Un ambiente libre de violencia sumado a zonas turísticas adecuadas, que eviten peligros, genera una buena imagen y el aumento del turismo. De la misma forma, reducir las barreras legales y financieras para los emprendimientos turísticos promoverá la competencia y elevará la calidad del mercado.

En otras palabras, mientras más iniciativas turísticas privadas existan, mayor será la calidad del turismo que se ofrece en el Ecuador. Los negocios propondrán diversos valores agregados, como instalaciones accesibles a personas con discapacidad, personal capacitado en atención al cliente, entre otras. No será el Estado quien disponga a qué sector “menos favorecido” se debe brindar atención especial o cómo se debe actuar para fomentar el sector turístico.

En definitiva, no es el estado quien debe abordar cada una de las problemáticas sociales con programas y campañas, sino los individuos. Si los gobiernos trabajaran por garantizar seguridad a sus ciudadanos, fortalecer el estado de derecho y las demás instituciones, se evitarían tiempo y dinero en políticas públicas populistas.

Estas medidas son poco efectivas con su cometido, puesto que las falencias reales pasan desapercibidas. Aún peor, las falencias aumentan y se multiplican porque los ciudadanos se acostumbran al asistencialismo. Olvidan sus capacidades y no se esfuerzan, porque no hay incentivos sino gran cantidad de barreras.

Es tiempo que los gobiernos renuncien a su imagen de padres protectores con gran corazón y liberen a sus ciudadanos hacia la interdependencia, generando un contexto amigable y accesible para nuestra libre realización.

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