En el contexto de la serie de artículos dedicados a analizar la dolarización como sistema de régimen monetario y cambiario en el Ecuador, se ha expuesto inicialmente el proceso que nos llevó a la adopción del sistema con sus particularidades; una segunda entrega, en función del análisis desde la visión teórica; y, en el presente, se analizará la dolarización y el grupo de medidas contradictorias en la política económica que acompañan al sistema escogido.
Los desaciertos en la política económica ecuatoriana nos han dejado en últimos cinco años un promedio de 0,5% de variación en crecimiento económico, un resultado que no permite mejorar la economía desde ninguna perspectiva; más aún, cuando las proyecciones para la economía del país —en un año tan complejo como el actual, acompañado de una pandemia (COVID-19)—, nos proyecta un decrecimiento porcentual de entre el -9% al -12% (negativo), cifra que de por sí ya es muy preocupante y más cuando tenemos una economía excesivamente rígida, inflexible y con muy poca liberación en sus precios más importantes.
A continuación, algunos de los errores de política aplicados en el Ecuador, que no son coherentes con un modelo de dolarización.
Inicialmente, una de las variables que más puede afectar la estabilidad en una economía es el excesivo gasto público, el cual pasó de representar un 21,2%[1] del PIB en 2006, que en términos nominales significaba menos de diez mil millones de dólares, para alcanzar en 2013 su pico más alto, 43,6%[2] del PIB, USD 44.346,2 millones; y, finalmente, en 2019 someterse a una contracción obligada por la gestión gubernamental de casi treinta y nueve mil millones de dólares, que representan un 36,2% del PIB. Se puede ver claramente, que en términos relativos, el aumento del gasto se duplicó; primer gran error, pensar que los recursos se pueden gastar de manera indiscriminada, sin generar, como cualquier agente económico, un anclaje a sus propios ingresos generados.
Como consecuencia adicional al tener una economía que no genera los ingresos suficientes para dar respuesta a las necesidades de gastos interminables, la alternativa que fue utilizada por parte de los tomadores de decisión, y que llevó a aplicar dos medidas de alto riesgo para el sistema de dolarización. La primera es el aumento desproporcionado del endeudamiento de la economía, pasando de un monto de deuda externa, según datos del BCE (Banco Central del Ecuador), de USD 13.460,8 a USD 45.986,7 millones entre 2010 y 2019); y, a junio del presente año, según el Ministerio de Economía y Finanzas, la deuda total llegó a USD 58.768,7 millones. De este monto, casi un 30% corresponde a deuda interna. En este último caso, no sólo se ha optado por la venta de bonos a la Seguridad Social, sino algo aún más riesgoso para la dolarización: se ha metido la mano al 'no autónomo' Banco Central del Ecuador y le han obligado a adquirir bonos o realizar inversiones para que los gobiernos de turno puedan cubrir sus necesidades. Esto lo podemos observar en la estructura de los balances del BCE, en donde sus valores de inversiones pasan en 2010 de algo más de mil quinientos millones de dólares a tres veces más en 2019, al llegar a cuatro mil quinientos millones de dólares, con un componente adicional de 'otros activos' con casi dos mil seiscientos millones de dólares. Aquí los otros grandes problemas para la dolarización, el pensar que todo se resuelve endeudando a la economía, y más aún, el utilizar dinero del BCE, que es de los depositantes, de los gobiernos nacionales y subnacionales, y la reserva monetaria, como alternativa para financiar la economía por parte del gobierno central.
Otra acción gubernamental que no es compatible con la dolarización, son los obstáculos regulatorios para el ingreso de divisas al país. Como se observa en el resultado de la balanza de pagos, esta ha sido desfavorable, teniendo en la mayoría de los últimos años un resultado negativo; por ejemplo, los años 2010 con menos USD 2.647,2 millones, o el 2017 con menos USD 1.858,5 millones. Esto demuestra que el Ecuador no es un país atractivo para la inversión extranjera por su elevada estructura de costos de producción e inestabilidad política, junto al invento de tener un 'impuesto a la salida de divisas' que ha frenado el interés de nuevos capitales a ingresar al país, o el cambio de comportamiento en los agentes internos para que mantengan sus capitales dentro del país, convirtiéndose en otra de las rigideces y contradicciones al modelo.
En el sector financiero podemos ver dos realidades que también afecta al sistema: la primera, es la intervención por parte del Estado en la determinación de la tasa de interés, lo que lleva a que una gran cantidad de familias queden excluidas de acceso a crédito; y, por otra parte, que no existe una clara intención de generar competencia para los actores financieros locales por medio del ingreso de la banca internacional. Similar a lo planteado anteriormente, este tipo de intromisiones por parte de los organismos gubernamentales en determinar precios, no son la mejor compañía para el fortalecimiento del sistema monetario.
Y, finalmente, el empleo es tema de gran preocupación en un país que, según los datos oficiales del INEC (Instituto Nacional de Estadísticas y Censos), ha tenido una evolución del empleo pleno que ha pasado del 38% de la PEA (Población Económicamente Activa) en septiembre de 2019 a 25% en septiembre de 2020. Es decir, Ecuador subsiste del trabajo informal, con una gran mayoría de la PEA sin beneficios laborales ni seguridad social. Esta realidad es creada y acompañada por otra rigidez en el mercado laboral, el 'salario mínimo' que excluye a gran parte de la población de la formalidad y que nos pone como un país muy costoso y con poca competitividad en relación con nuestros países vecinos y algunos otros de la región. Es importante afirmar que la solución no estará en eliminar esta imposición salarial, por su dificultad e impacto social. Esta mejora en el mercado laboral se dará naturalmente al abrir y liberar la economía, lo que llevará a un aumento de la inversión privada y la producción, generando una demanda creciente de empleo en un entorno de flexibilidad laboral.
En conclusión, podemos afirmar que un sistema de dolarización debe estar acompañado de medidas de liberación de la economía, no siendo así con las adoptadas y que las hemos analizado. Es así que en el siguiente artículo se presentará los requerimientos de política económica que el Ecuador requiere para lograr crecimiento económico real bajo un sistema de dolarización.
Christian Albuja T.
Economista, MBA in Corporate Strategy and Economic Policy, Ph.D. (c) en Economía.
Profesor, Analista Económico y Consultor.
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