La dolarización es la institución económica más respaldada por los ciudadanos

Según Cedatos, el 85% de los ecuatorianos apoya el dólar como moneda oficial. Sin embargo, en cada proceso electoral resurgen rumores sobre amenazas a la dolarización o propuestas que, según los políticos, buscan “proteger” su permanencia en el país.
La realidad es innegable: la gran mayoría de los ecuatorianos queremos mantener el dólar en circulación. En medio de una de las peores crisis económicas y políticas que enfrentamos, al menos la inflación no es uno de nuestros problemas.
No obstante, en los debates académicos y políticos ha cobrado fuerza una falacia que se repite especialmente en campañas electorales. Se nos ha hecho creer que Ecuador debe operar como una trampa de dólares, permitiendo su ingreso pero evitando a toda costa su salida. Aunque a simple vista esta idea puede parecer lógica, en realidad es perjudicial para nuestra economía.
Pensemos en los inversionistas: al ver un país dolarizado en Sudamérica, podrían sentirse atraídos. Sin embargo, se desilusionan al encontrarse con un ambiente hostil para la inversión. La inseguridad jurídica, la corrupción y el absurdo Impuesto a la Salida de Divisas (ISD) son barreras que espantan el capital, desviándolo hacia mercados más amigables como Colombia, Chile o Perú.
En pleno siglo XXI, seguimos atrapados en un “mercantilismo de divisas” que carece de sentido. Paradójicamente, los países sin proteccionismo están atrayendo más dólares. Por ejemplo, entre enero y septiembre de 2024, Colombia recibió alrededor de US$9.990 millones en inversión extranjera directa (IED), mientras que Perú ha proyectado una IED anual de US$9.414 millones. En contraste, entre enero y septiembre de 2024, Ecuador apenas alcanzó una IED $217,4 millones, una cifra irrisoria.
El argumento de que no debemos abrirnos al comercio por temor a gastar dólares no se sostiene. Los países que han eliminado barreras proteccionistas están recibiendo más divisas. Para atraer dólares, Ecuador debe perder el miedo a que salgan. Estamos sentados sobre una silla de oro, con una oportunidad histórica que no estamos aprovechando. Nadie quiere invertir en un país donde no se puede disponer libremente de los dólares generados.
Es hora de eliminar el ISD, abrirnos al comercio global, fomentar las importaciones sin temor y firmar acuerdos comerciales con todos los mercados posibles. Pero, sobre todo, necesitamos un pacto que permita consolidar una política económica de Estado que trascienda los gobiernos de turno.
Ecuador ha tenido 29 reformas tributarias en los últimos 17 años, lo que equivale a casi dos reformas por año. En comparación, Colombia, incluso enfrentando un conflicto armado interno, ha tenido solo 12 reformas desde el año 2000. El país debe enviar una señal clara y contundente a los inversionistas, tanto locales como internacionales, de que está dispuesto a generar empleo y crecimiento sostenible.
Ecuador ya cuenta con ventajas clave: una ubicación geográfica estratégica, un clima ideal para la agricultura y una moneda que elimina la incertidumbre cambiaria. Una reforma tributaria y legal que ofrezca seguridad y estabilidad sería de gran respaldo. Cada minuto que mantenemos un sistema que ahuyenta la inversión, perdemos oportunidades de crecimiento y desarrollo.
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