Desde el domingo 11 de abril los ecuatorianos miran el futuro del país con ojos de prosperidad y libertad. Una sensación que pocos recuerdan haber vivido; los que ahora
tienen 30 años en la época que inició el correísmo recién empezaban su adolescencia, y ni
que hablar de aquellos menores a esta edad.
Sin duda, el actual panorama político produce para la mayoría de ecuatorianos una sensación que jamás había experimentado, y para otro gran porcentaje de la población, un posible deja vu político, en el que un candidato presidencial llega con promesas al poder. Un escenario que muestra cambios positivos dentro de la política, sin embargo, aún se tendrá que esperar a ver cómo se desenvuelve el nuevo presidente dentro de su gestión; nuevamente, no cabe duda es que se respira esperanza entre nosotros y que le hemos confiado nuestro futuro a Guillermo Lasso.
La situación del Ecuador pende de un hilo y de la toma de decisiones pequeñas que puedan
significar no tan solo vidas sino prosperidad en el futuro. El reto del nuevo presidente viene
acompañado de algunos vicios heredados por su predecesores, Lenin Moreno y Rafael
Correa: corrupción, índices altos de desempleo y pobreza, deuda pública, y también toda la
crisis que rodea el Covid-19. Sin duda, la tarea de gobernar un país en el estado del nuestro
no es fácil sino más bien un desafío.
Un asunto que se analiza dentro del plan del nuevo gobierno es la reducción del gasto público, priorizar áreas estatales y evitar en lo mayor posible inversiones, que dada la situación del Ecuador no son de carácter emergente. Todo esto podría suponer, primero, malestar para quienes puedan verse afectados por estasmedidas, sin embargo, no se podría señalar como culpable al nuevo presidente quien recibe un país en crisis y austeridad, sino más bien, confiar que de estas decisiones el panorama económico del Ecuador empezará a proyectarse positivamente. Segundo, se espera que el nuevo gobierno se conduzca hacia: la reducción del tamaño del estado o gasto corriente; modificación de políticas públicas en el área de salud y educación; cambios legislativos, sobretodo laboral, societario y mercantil; reducción de impuestos; entre otros.
Es un hecho que el presidente tomará posesión el 24 de mayo; y pese que la esperanza
mantiene a flote a millones de ecuatorianos, la incertidumbre sobre la futura gestión
presidencial se eleva cada día. No queda más que desearle al Presidente Guillermo Lasso
éxitos para ejecutar su proyecto político, y también advertirle que seremos los primeros en
señalarlo cuando observemos que de su gestión se están produciendo resultados que
afectan a los intereses del Ecuador y de la libertad.
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