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HISTORIAS DE LIBERTAD | Guayaquil Independiente


La independencia de Ecuador tomó largo tiempo, varios intentos fallidos y otros exitosos. El primer territorio realmente independiente fue la Provincia Libre de Guayaquil, en donde la fuerte actividad comercial del puerto impulsó los esfuerzos genuinos de libertad.

El 9 de octubre de 1820, se declara la Provincia Libre de Guayaquil como un Estado soberano e independiente de la Real Audiencia de Quito, por ese entonces parte de la corona española.

Sí, eran tiempos agitados en la región y este no era el primer intento de independencia. Las campañas de Francisco de Miranda y Simón Bolívar desde Venezuela y Nueva Granada, las juntas de gobierno de los Montúfar en Quito y los esfuerzos independentistas en Chile y en el Rio de la Plata eran auténticas proezas nacionalistas y antiespañolas. Sin embargo, no pasaban de ser los sueños de independencia de militares y aristócratas criollos, desencantados con los Borbones y excusados en las invasiones de los Bonaparte a la península.

En gran parte liderada por José Joaquín de Olmedo -exponente liberal latinoamericano durante la formación de los nuevos estados soberanos- Guayaquil vivió grandes cambios en esa década que separa el grito de la independencia en Quito con la independencia efectiva de Guayaquil.

Mientras el viejo Guayaquil era poco más que un puerto de entrada y salida para el virreinato del Perú, el Guayaquil de 1820 era una ciudad dominada y embellecida por las nuevas élites burguesas, agrícolas y exportadoras. Ellos fueron la primera generación de “gran cacaos”, terratenientes cuyo principal producto de intercambio comercial era justamente el cacao.

En medio de un ambiente propicio al libre comercio y a la economía librecambista, no es casualidad que Guayaquil se levantara contra la autoridad española para comenzar un nuevo rumbo por su cuenta. Es aún más evidente cuando las ideas que inspiraron a un Reino Unido defensor de su statu quo como potencia de los mares y los negocios y unos Estados Unidos recién nacido también inspiraron al movimiento guayaquileño.

Cabe destacar que la Provincia Libre de Guayaquil fue uno de los primeros países independientes —de facto, e incluso de iure— abiertamente liberales, no solo por su origen, pero por su fundamento jurídico más básico. Su Reglamento Provisorio Constitucional —la ley fundamental que constituía la base legal de este pequeño y efímero Estado— incluía elementos y aspectos puramente liberales con relación al librecambismo y a la Escuela de Pensamiento Económico de Manchester, ambas favorables al libre mercado, la propiedad privada y la libertad personal.

El Reglamento Provisorio Constitucional de Guayaquil es uno de los prototipos de cartas magnas en la región sudamericana y demuestra la influencia de las ideas de libertad clásicas en los proyectos de independencia. Aunque parece obvio en principio, recientes discursos de la izquierda sudamericana han transformado el mensaje a favor de sus proyectos socialistas.

José Joaquín de Olmedo, Vicente Rocafuerte, Vicente Ramón Roca y otros ilustres próceres impulsaron el proyecto de la Provincia Libre de Guayaquil con base en las ideas liberales europeas que gratamente llegaron a nuestro continente.

Es rescatable, admirable e inspirador que el proceso de independencia ecuatoriano haya iniciado con un documento de tal virtud política y jurídica, con fundamentos voluntarios de libertad y cooperación. En concreto, los artículos segundo y tercero del Reglamento delinean la libertad a nivel estatal, asumiendo el respeto a la responsabilidad correspondiente por la misma.

No hace falta leer entre líneas el artículo dos cuando “se declara en entera libertad para unirse a la grande asociación que le convenga de las que se han de formar en la América del Sur”, para entender que la Provincia Libre de Guayaquil, fue propulsora en garantizar la libertad de elección a su pueblo para escoger su destino. Más de un siglo después, Naciones Unidas acogió al concepto de la libre determinación de los pueblos como uno de sus principios.

El artículo tres del Reglamento dispone que, “El comercio será libre, por mar y tierra, con todos los pueblos que no se opongan a la forma libre de nuestro gobierno”. La Provincia Libre de Guayaquil comprendió a profundidad los ideales de libertad, los aplicó en su ley fundamental y promovió que otros pueblos las adopten. Es verdaderamente maravilloso observar que el libre comercio y la libertad eran políticas de Estado fundamentales en la Provincia Libre de Guayaquil.

Esta es probablemente la única Constitución histórica que garantizaba la libertad a tal escala y, por esa razón, su importancia como base lejana de nuestra propia historia merece ser realzada. Recordar nuestro pasado sirve para inspirar nuevas y mejores ideas para nuestro presente.

El legado de la Provincia Libre de Guayaquil se mantiene en el lema y el escudo de armas de la ciudad que orgullosamente lleva su mismo nombre, así como en algunas de sus instituciones económicas y sociales. Pero más importante es que cada uno de nosotros llevemos ese legado como individuos y comunidad para hacer que la libertad sea uno de nuestros valores principales.

En fin, retomando, pero variando el lema que se atribuye a José Joaquín de Olmedo, acojamos su legado y apostemos por Guayaquil –y el mundo entero— independientes.

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