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Elizabeth García

Educación pública vs. privada ¿Pagamos dos veces por educación?


Una educación de calidad nunca será gratuita

La educación es la base para el desarrollo de una sociedad. Los países con un nivel de educación bajo, tienden a tener altas tasas de problemas económicos y sociales.

Tener derecho a la educación quiere decir que nadie puede impedir a una persona que se eduque, pero ¿en qué circunstancias? El derecho a la educación debería estar constituido por el derecho a recibir una buena educación.

En Ecuador, la manera de asignar el presupuesto para la educación no es la más adecuada, puesto que no incentiva la competencia entre instituciones públicas y tampoco impulsa mejoras y actualizaciones educativas. Nos queda mucho por hacer para elevar nuestro nivel académico, para poder ser competitivos con otros países en temas educativos.

Varias dificultades e imposiciones restringen la innovación y el emprendimiento en el sistema educativo. La rigidez hace que se elimine una parte de la oferta simplemente porque cobra, sin mirar su valor agregado, imposibilitando la competencia con diversos sistemas educativos.

Por lo tanto, necesitamos mayores facilidades y menos regulaciones para conseguir nuevas ofertas en el sector privado. Es de suma importancia que exista un sistema diverso, donde la oferta sea dinámica y esté en constante auto revisión. Una buena educación se puede alcanzar por medio de la pluralidad de sistemas de enseñanza, incluso como el homeschooling.

En lugar de que los padres puedan elegir qué instituciones educativas quieren para sus hijos, se nos obliga a costear de antemano un sistema que bien podríamos rechazar. Nosotros pagamos por la educación con los impuestos y luego volvemos a pagar por otra educación que suple las deficiencias de la primera.

La colegiatura privada es la respuesta ante los problemas del sistema público. A pesar de que se ha querido mejorar el nivel del sistema educativo público, estas instituciones no proveen de infraestructura ni servicios básicos adecuados para estudiar (resultado de la mala gestión en el gasto estatal) y, por ende, sus resultados en materia educativa son deficientes.

Una educación de calidad nunca será gratuita, por mucho que lo deseemos. Esto se debe a que los insumos indispensables para la educación no son bienes públicos, como el aire o la vista a un acantilado. Por el contrario, son bienes que alguien los debe financiar: pago de profesores, arriendo, infraestructura adecuada, luz para las aulas, agua para los baños, etc.

Por lo tanto, hablar de educación gratuita es retórica y quiere decir en realidad algo distinto: educación administrada por el Estado con el dinero de todos los ciudadanos recaudado a través de impuestos. Siempre seremos todos los ciudadanos los que financiemos el gasto de la educación pública.

Imponer una educación estatal, que en Ecuador se ha caracterizado en abrir escuelas y colegios con un nivel educativo mediocre, tendrá como resultado que los hijos de familias con mayor capacidad adquisitiva tengan mejores oportunidades, afectando a la movilidad social. Estas familias optarían por el pago de instituciones y profesores privados, dejando a los más vulnerables dependientes de la educación que sea capaz de proveer el Estado.

Una alternativa a la administración actual ecuatoriana, es entregar vouchers educativos para quienes efrenten una condición de pobreza extrema. Este sistema consiste en que el gobierno central entrega un cheque al estudiante para que acceda a la institución educativa de su preferencia. De esta forma, se transfiere el poder de decisión hacia los demandantes (padres o estudiantes) y, a la par, se promueve la competencia entre instituciones educativas (que ahora no son 'gratuitas').

Elizabeth García es pasante de análisis económico con Libre Razón.

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