Podemos enojarnos muy fácilmente frente a la acción y/o reacción de las personas con las que nos relacionamos. La solución siempre está en nosotros.
“No lo soporto más”; “no lo aguanto”; “no quiero trabajar más con esta gente”.
Nos citan a una reunión, llegamos puntualmente y nos hacen esperar mucho, mucho tiempo. Finalmente nos atienden, disculpándose por la demora. Firmamos un contrato, realizamos el trabajo puntualmente, entregamos la factura y el pago se demora uno, dos, tres meses. Finalmente, nos transfieren los honorarios, disculpándose por la demora.
El enojo es natural, pero no genera nada positivo. Nos quedamos indignados con la situación vivida y con las personas involucradas. Nos enojamos hasta que se nos pasa. Y volvemos a trabajar de la misma manera, con las mismas personas, para encontrar el mismo tipo de respuesta que nos enoja nuevamente. Así el ciclo continúa, hasta que - en algún momento y por algún motivo - identificamos qué sucede y tomamos decisiones diferentes, para lograr resultados distintos.
Yo puedo identificar el motivo por el cual me enojo en esas situaciones. Pero la causa de mi enojo es diferente a la causa del tuyo. Yo he trabajado y sigo trabajando sobre mis causas, para tenerlas bien presentes en los momentos donde aparece el enojo, para administrarlo y trabajar a futuro en una propuesta distinta.
Mi propuesta es: no te enojes; recorta las pérdidas.
Estas experiencias son útiles para replantear nuestras relaciones y nuestras decisiones.
¿Qué hacer al respecto?
En el caso de una reunión, plantear horario de inicio y finalización de la misma. Frente a la impuntualidad de la otra persona, indica que la hora de finalización de la reunión es inamovible. Recuerda que no puedes acumular ni ahorrar tiempo. El tiempo perdido se ha ido para siempre.
Habitualmente me encuentro con personas que me indican que ellos no pueden hacer eso. Mi respuesta es: “muy bien; si no puedes, no lo hagas”.
Frente a la demora en la transferencia de honorarios, puedes plantear un esquema de pago diferente. Recuerda que, frente a la promesa futura de pago, lo que estás haciendo es “dar crédito” a esta persona o empresa. ¿Por qué le das crédito a esa persona o empresa, cuando ha demostrado en anteriores oportunidades que no es puntual en el cumplimiento de sus compromisos?
Quizás crees que no tienes poder para negociar un esquema distinto. Sin embargo, puedes presentar una propuesta diferente, para recortar la pérdida y evitar el enojo.
¿Qué esquema de pago puedes plantear? El que quieras y/o el que puedas negociar.
Nuevamente, por lo general encuentro que algunas personas me dicen que no pueden hace eso. Mi respuesta es siempre: “muy bien, entonces no lo hagas”.
¿Cómo que “entonces no lo hagas”?
Exacto. No lo hagas.
Nadie más que tú puedes resolver tus problemas. Mi trabajo es ofrecer alternativas para que puedas pensar y actuar en formas distintas, no en resolver una situación sobre la que yo no puedo intervenir. Y de esa manera, ayudarte a que recortes tus pérdidas en lugar de enojarte por situaciones que no puedes controlar.
Ahora bien. Si tu meta es enojarte, siempre habrá formas de lograrlo exitosamente. Pero si enojarte es un resultado indeseado, producto de los vínculos que has establecido, puedes trabajar para lograr que tus metas sean otras y, recortando pérdidas, que esas consecuencias desagradables vayan desapareciendo con el tiempo.
El trabajo de encontrar respuesta a esas dificultades es tuyo, y lo mejor que puedes hacer es desarmar la situación planteada para que el problema no vuelva a aparecer.
No te enojes. Recorta tus pérdidas. Enfoca tus esfuerzos. Desarticula las situaciones que te provocan enojo y plantea alternativas que te favorezcan. Observa y analiza toda la situación, no solamente los eventos en forma aislada.
Tus decisiones, y la forma como las implementes, cambiarán el tablero de juego y las reacciones. Y con ese cambio, cambiarán los resultados.
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