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Cuarta revolución industrial: ¿oportunidad o amenaza para Ecuador?


¿Ecuador está listo para enfrentar la cuarta revolución industrial?

El Banco Mundial afirma que en Ecuador, el 69% de los trabajos corre el riesgo de ser automatizado en los próximos años. Por otro lado, el World Economic Forum, predice que el 2021 será el ´tipping point´ para los robots y la automatización laboral, y que existe casi el 50% de probabilidad de que en el 2026 la primera máquina de inteligencia artificial participe en una junta directiva.

De manera abrupta, los robots y la inteligencia artificial se alejan de la ciencia ficción y se ganan un lugar protagónico en nuestra vida cotidiana. Así, la Cuarta Revolución Industrial será caracterizada por el desvanecimiento de la línea que divide a los humanos y la tecnología.

Obviando las preguntas éticas que podemos plantearnos al respecto, debemos contestar con urgencia: ¿está Ecuador listo para enfrentar la cuarta revolución industrial?

Las nuevas tecnologías, y en especial el Internet, han acelerado el crecimiento económico del mundo. Podemos ver, que el PIB mundial permanecía más o menos estático hasta el comienzo de la primera revolución industrial. Sin embargo, con el internet, el crecimiento se volvió exponencial. McKinsey estima que hoy que la tecnología es responsable del 50% del crecimiento anual del PIB mundial.

¿Lo preocupante? Latinoamérica crece a un ritmo mucho menor que el del resto del mundo. Cada vez se abre más la brecha entre los países latinoamericanos y los países desarrollados. Ecuador, no se salva, ocupando el preocupante puesto 86 de 141 en el último Global Competitiveness Report (2018).

La cuarta revolución industrial podrá acortar la brecha entre Latinoamérica y los países desarrollados, o, al contrario, podrá ser el último clavo que nos relegue al tercer mundo.

La gran oportunidad para Sudamérica, y que no debemos desaprovechar como continente, es que gracias a la globalización, hoy la tecnología llega de manera más fácil y rápida a los países en vías de desarrollo.

Diagnóstico: La situación en Ecuador

Sin embargo, decía el economista Joseph Schumpeter, que no es el acceso a la tecnología lo que retrasa la innovación, sino la sociedad y sus instituciones. De nada sirve tener la tecnología a nuestro alcance, si nuestra sociedad y nuestras instituciones siguen siendo las mismas de hace 50 años y seguimos con la misma mentalidad cerrada al mundo. En Ecuador, no nos ayudan ni las instituciones ni la sociedad.

Por un lado, contamos con instituciones obtusas, ciegas ante la inminente ola tecnológica que se aproxima a pasos agigantados. Mientras la Asamblea Nacional aleja las condiciones propicias para formar parte de la Alianza del Pacífico y abrirnos al mundo, las universidades del país apuestan por carreras tradicionales, mientras en otras partes, se apuesta por maestrías enfocadas en Big Data, Innovación y Deep Learning.

No es raro que ninguna universidad ecuatoriana conste en algún ranking como una de las mejores del mundo. Tampoco es raro que las empresas más grandes del país pertenezcan 100% a industrias tradicionales, que no han hecho suficiente esfuerzo por innovar. Sumándose, la consultora Accenture indicó en 2017 que, en Latinoamérica, solo el 3% de los ejecutivos invertirá en capacitación los próximos 3 años; ¡una estadística que resulta alarmante!.

Por otro lado, existe la sociedad proteccionista, la que odia a Uber y defiende los subsidios. La responsable de que cada vez se abra más la brecha entre Latinoamérica y el resto del mundo. Ante su falta de empoderamiento, y esperando a la regulación como superhéroe que los proteja de la tecnología, serán ellos los primeros que quedarán relegados en la cuarta revolución industrial.

Oportunidades

La cuarta revolución industrial puede ofrecer grandes ventajas para Latinoamérica. Por ejemplo, Accenture pone a la Inteligencia Artificial como el motor que debe acelerar el crecimiento en Sudamérica. El informe de Accenture nos dice: la inteligencia artificial no debería reemplazar la mano de obra, sino permitir que las empresas la utilicen de manera más eficiente, añadiendo valor en cada eslabón de la cadena. En esta misma línea, Paulo Henrique Souza, director ejecutivo de Ubivis, nos dice: “las empresas latinoamericanas han encontrado difícil agregar valor al mundo, y la inteligencia artificial puede cambiar esto”.

Así mismo, se pueden nombrar infinitas maneras en las cuáles las nuevas tecnologías pueden ser una oportunidad para el desarrollo de Sudamérica. Actualmente, ya se está trabajando con tecnología blockchain para el registro y trazabilidad de materia prima, en un mercado orgánico de alta gama que busca verificar la procedencia de sus productos. También está la industria creciente de Agro-tech que —a través del Internet de las Cosas (IoT), sensores y machine learning— busca incrementar la producción, reducir costos y, en general, ser más eficientes en la industria agrícola.

Plan de acción

Como país, tenemos que apostar por: (1) políticas digitales, (2) políticas de gobierno abierto —recién el año pasado, Ecuador ingresó a la Alianza por Gobierno Abierto y, este año, se comienza a discutir dicha agenda en el Municipio de Quito— para combatir la corrupción y el clientelismo incrustados en el país, (3) eliminación de trámites físicos en el sector público —siguiendo el ejemplo de Chile que planea hacerlo hasta 2020—, (3) regulación para las nuevas plataformas de economía colaborativa —que brindan oportunidad de trabajar a miles de desempleados en el país— y (4) invertir en infraestructura digital, tanto para el sector público como para los ciudadanos.

Debemos preparar a nuestros estudiantes para carreras que sean más difíciles de ser reemplazadas; y debemos capacitar a nuestros trabajadores no para ser máquinas, sino para desarrollar las habilidades para controlarlas. La transformación digital no es un tema de acceso a la tecnología, es un cambio de mentalidad.

Sin una propuesta seria y concreta de políticas públicas digitales, y alejados de la educación que requiere la Cuarta Revolución Industrial, Ecuador seguirá sufriendo con altas tasas de informalidad, desempleo y analfabetismo tecnológico, que nos seguirán alejando del primer mundo.

Andrés Vásconez, articulista invitado, es cofundador del espacio colaborativo WorkingUp que ofrece también servicio de incubación y aceleramiento para proyectos de negocio.

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