La evidencia demuestra consistentemente que aquellos países con libertades económicas fortalecidas poseen un historial sólido de protección de derechos humanos.
El 10 de diciembre se conmemoraron 69 años desde que la Declaración Universal de Derechos Humanos (DUDH) fue ratificada. Al término de la Segunda Guerra Mundial, Eleanor Roosevelt, autora de este documento, aspiraba que se convirtiera en una "Carta Magna para toda la humanidad". De este modo, se evitaría la repetición de atroces violaciones de derechos humanos, como el Holocausto que se había producido recientemente en el continente europeo.
La DUDH, si bien no es vinculante, ha sido inspiración para más de 80 acuerdos internacionales. A pesar de eso, actualmente, no vivimos en el mundo pacífico y próspero que Roosevelt imaginó. Este fracaso se relaciona a las soluciones políticas que los gobiernos y grupos internacionales han implementado frente a los problemas sociales.
La Declaración es parte de los documentos clave de la ONU, junto con la Carta de las Naciones Unidas, la Convención de los Derechos del Niño y el Estatuto de la Corte Internacional de Justicia. Sin embargo, la realidad es que la DUDH se ha traducido en simples acuerdos de ayuda externa y programas de desarrollo que hacen muy poco por lograr su elevado objetivo.
Con aspiraciones diversas, como la educación gratuita, el tiempo de ocio y el nivel de vida adecuado, parecería natural que un poder de gran alcance, como un gobierno, tenga que cumplir dichos objetivos. Sin embargo, este no es el caso. La libertad económica —entendida como derechos de propiedad, habilidad para comerciar y poca carga regulatoria— hace un trabajo significativamente mejor al asegurar el bienestar material de los individuos que los programas de gobierno.
La pobreza
La Declaración reconoce este hecho, aunque probablemente sea accidental. El artículo 17 enfatiza la importancia de los derechos de propiedad, aspecto fundamental de la libertad económica, considerando que los derechos de propiedad coinciden con una gran cantidad de literatura que determina que la libertad económica maximiza el desarrollo económico y social.
Por otra parte, según los datos del Human Freedom Index y del Banco Mundial, los países que se ubican dentro del 10% superior en libertad económica tienen mejores resultados en los indicadores que miden los objetivos de la DUDH, frente aquellos que se ubican por debajo de este 10%. Dos de los principales enfoques de la Declaración son: mejores estándares de vida y acceso a la educación.
Los niveles de vida —medidos por el PIB per cápita y las tasas de pobreza— son asombrosamente más altos en los países que se ubican dentro del 10% superior en libertad económica. El PIB promedio per cápita es de más de $39,000 por año para estos países. En contraste, esta cifra cae a menos de $4,000 para los países que se encuentran en el 10% inferior.
Los ingresos más altos benefician a todas las personas de aquellos países, incluidos los pobres. Una prueba de ello es que el riesgo de caer en la pobreza en estos países es menor. Más del 66% de las personas en los países que se ubicaron en el 10% inferior de libertad económica sobreviven con menos de $5.50 por día. Al contrario, solo el 11% de las personas en los países del 10% superior viven con esa cantidad.
La educación
El segundo énfasis de la DUDH es el derecho a la educación. Una vez más, los países que se ubican dentro del 10% superior en libertad económica tuvieron un desempeño notoriamente mejor.
Mientras que aproximadamente el 64% de la población con más de 25 años ha completado su educación primaria en los países que se ubican en el 10% inferior, un promedio del 90% de las personas ha completado la educación primaria en los países que lideran el ranking. Las tasas de alfabetización y empleo también son más altas en estas naciones, demostrando que la educación tiene resultados medibles, como las oportunidades de empleo.
Una crítica común sería decir que estos resultados se deben principalmente a la riqueza de un país y no a su libertad económica. Por lo tanto, una alternativa sería involucrar al gobierno en los negocios para aumentar el PIB. Sin embargo, no se puede tener altos niveles de riqueza sin libertad económica. Esto se hace evidente cuando vemos que el PIB per cápita promedio es ´hasta cuatro veces más grande en los países donde hay mayor libertad económica, con respecto a los países que no son económicamente libres.
La DUDH tiene otro año y es importante discutir qué políticas pueden hacer realidad estos sueños perseguidos en la Declaración. Los países con altos niveles de libertad económica tienden a tener altos niveles de acceso a recursos, oportunidades e ingresos. Por lo tanto, los defensores de la DUDH deberían aceptar el potencial de la libertad económica y promoverla como la clave para garantizar el florecimiento humano para todos.
Kelly Guevara, colaboradora de Libre Razón, ha traducido este artículo originalmente publicado en FEE.